Los neumáticos son el único punto de contacto de nuestro vehículo con la carretera y sin embargo, en no pocas ocasiones, no les prestamos la atención que se merecen.
Elegir un neumático con unas prestaciones adecuadas puede ser la diferencia entre tener un accidente o un viaje tranquilo, en ciertas condiciones como la lluvia, el estado del dibujo del mismo son fundamentales aunque desde hace cierto tiempo la unión europea obligo a una norma de etiquetado homogéneo por la que, podemos conocer con certeza, como se van a comportar los neumáticos en las condiciones para las que los requiramos.
En la primera parte del etiquetado nos encontramos con una clasificación que nos ayudara a conocer el comportamiento del neumático en relación con el combustible en una escala de la A a la G siendo la A la que representa el máximo ahorro de combustible.
La segunda, hace referencia -y eso es lo que nos interesa- al comportamiento del neumático en mojado, la escala vuelve a ser de la A a la G, siendo recomendable no elegir un neumático por debajo de la C.
Por último, nos encontramos un indicador que nos informara sobre el ruido de rodadura del mismo, es decir, el ruido que que produce la rueda al ser conducida en condiciones normales -o laboratorio- .
Ninguno de los tres indicadores tiene relación entre sí, es decir, no existe correlación entre ellos, pudiendo encontrarnos todo tipo de combinaciones posibles, sin embargo, son estos indicadores los que nos ayudaran a determinar la calidad del compuesto del neumático que vamos a adquirir y por supuesto, cuanto mejores son los valores mejor es el neumático en sí y mayor su precio.
Además, los compuestos no son adecuados para todo tipo de condición, existen compuestos adecuados para invierno y aquellos que son más adecuados para verano y que suelen ser recomendados -erróneamente- para todo tipo de temperatura, por supuesto, todo depende del uso, donde vivamos y nuestro presupuesto.