Hace unos días el CEO de Stellantis se quejaba de la legislación y pedía más impuestos para los vehículos eléctricos chinos, lo cierto es que Carlos Tavares tenía mucha razón al realizar estas quejas.
Tavares se quejaba de que los gobiernos han empujado a los ciudadanos hacía un vehículo eléctrico que queda lejos del bolsillo de las clases medias, y que esto, muy seguramente iba a dejar en manos de los eléctricos orientales -como es el caso de MG- mucho más económicos -por entre otras cosas sus procesos-, a una parte importante de la población.
El portugués no solo hablaba de vehículos más o menos seguros, hablaba de un sector que no puede competir principalmente por el coste de la mano de obra, aunque también por componentes o tecnología con el gigante asiático, lo cierto es que Tavares advertía de lo complicado que es para una empresa europea entrar en el mercado chino y por contra, como las puertas de Europa están completamente abiertas y sin restricciones.
Las soluciones que pedía pasaban por dos caminos que además pueden ser complementarios, la implementación de aranceles -que puedan en cierta manera compensar las diferencias principalmente en mano de obra- que equilibren los precios y el uso de subvenciones más agresivas por parte de la administración que financie en cierta manera, los costes de electrificación de los vehículos fabricados en Europa.
Es decir, proteger las industria europea y al mismo tiempo apostar por la independencia tecnológica que a día de hoy no existe -la mayoría de los microchips vienen del sureste asiático, además China es la propietaria de las reservas de tierras raras más importantes del planeta necesarias para las batería, por no hablar de la fabricación de equipos multimedia cada vez más presentes en los automóviles-.
La preocupación del sector no es baladí, el cambio de tecnología puede partir a Europa en dos, aquellos que pueden apostar por vehículos de alta gama como Mercedes, Bmw o Audi, y la que tendrá que conformarse con los vehículos orientales, algo que sin duda, afecta a Stellanis y a otros grupos de automoción, centrados en una clase media que cada día tiene un acceso más difícil a una electrificación europea que es poco competitiva para los rangos de precio más bajos.
Estaremos atentos pues a como evoluciona un sector que mira al futuro preocupado.
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