Hoy empezamos nuestro post como si se tratase de una película de James Bond, y es que, de esta época es la historia que hoy vamos a contaros.
En la época de los 50 y los 60 Renault y Alfa mantuvieron una fructífera relación comercial fructífera en ambas empresas, fruto de ella por ejemplo, en Italia se fabrico el Renaul Dauphine, el Renault Ondine o incluso el mítico R4.
Precisamente, para sustituir a un componente fundamental de esta triada, el Dauphine, nació en el proyecto 113, un encargo personal de Fernand Picard a Phillipe Charbonneaux, alguien por cierto, bastante conocido por Renault ya que había trabajado unos años antes en el diseño del Renault 4CV.
El objetivo no era algo fácil y el tiempo, algo impensable en aquel momento, y es que hablamos de tan sólo 2 años para el desarrollo de un modelo que, entre otras cosas, montaba frenos de disco, siendo el primero de su tamaño en hacerlo, cambiando el paradigma de los frenos de tambor.
Una de las cosas en las que se baso en nuevo modelo es en la simplicidad, algo que le aporto una fiabilidad y una robustez digna de convertirlo en el familiar de bajo consumo por excelencia.
Técnicamente, se basaba en el supuesto «todo atrás» y se montaba un motor longitudinal, manteniendo la trasmisión de ejes oscilantes que marcaron época en el Renault 4cv, eso sí, incluyeron una leve modificación que ayudaba a modificar la convergencia.
Estéticamente recuerda al tipo 103 de Alfa Romeo, y su fabricación comenzó en Francia y Bulgaria, para terminar a partir de 1976 en nuestro país, además, bajo licencia fue fabricado en Rumania bajo el nombre Dacia 1100.
Y es que, para los españoles el R8 fue el modelo que consolido a Renault en nuestro país, dándole una nueva imagen y aumentando el posicionamiento de la misma, elevándolo hasta la segunda posición tras la omnipresente SEAT.
¿te gustaría conocer más del R8? Descubre aquí el Renault R8 que tenemos en nuestras exposiciones en Madrid.