La herencia de la alta competición en la conducción diaria

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Cosas curiosas Historia de la automoción

Las imágenes de los bólidos de Fórmula 1 llegando a la zona de los mecánicos en los boxes y siendo revisados de arriba abajo con todo tipo de sofisticadas máquinas nos hacen preguntarnos cómo sería poder disponer de ese servicio en nuestra conducción diaria. En realidad, aunque muchas veces no seamos conscientes de ello, el desarrollo tecnológico en el ámbito de la alta competición nos permite contar hoy con numerosos avances en nuestros coches particulares. Y es que, los circuitos son un banco de pruebas excepcional para que las marcas testeen los sistemas que posteriormente se incluirán en los modelos populares. A continuación, comentamos algunos de los más destacados.

Frenos: en pocos lugares se aprecia mejor la eficacia de los frenos que en las pistas deportivas con los monoplazas rebasando los 300 km/h. Los frenos de disco, tan comunes en la industria automovilística convencional, nacieron en el contexto de la competición, concretamente en los primeros años de los mundiales de Fórmula 1. Poco a poco, esta tecnología tan segura fue trasladándose a los coches fabricados en serie. En los últimos años, Toyota ha copiado otro sistema de frenado de la Fórmula 1, el del  KERS, en su gama de modelos híbridos. Esta tecnología permite utilizar la energía cinética generada en el frenado como energía eléctrica para cargar las baterías.

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Jenson Button en una exhibición durante su etapa en McLaren-Mercedes. Imagen con licencia Creative Commons

Neumáticos: las enormes pilas de neumáticos que se almacenan en los boxes y los debates sobre la conveniencia de usar ruedas para superficies secas o mojadas son otra imagen clásica de la Fórmula 1. Efectivamente, Michelín, Bridgestone y el resto de fabricantes que en algún momento han suministrado neumáticos a las escuderías han tomado buena nota de todos los parámetros de cara a diseñar sus líneas comerciales. Factores como el agarre, la resistencia a temperaturas extremas o la estabilidad en todo tipo de superficies han ido mejorándose gracias a los valiosos datos que se han recogido en las pistas.

Aerodinámica y diseño: los bólidos están diseñados para tener la menor fricción posible con el aire y alcanzar velocidades muy elevadas. Aunque aquí las diferencias son muy importantes en función del tipo de vehículos de las marcas, los mismos principios que inspiran el diseño en la competición se trasladan al ámbito comercial. En este caso, los fabricantes se preocupan por mejorar la aerodinámica no solo para ganar velocidad y estabilidad en carretera sino para reducir el consumo de combustible. Lógicamente, los deportivos y superdeportivos se preocupan bastante más por copiar el diseño de los monoplazas, con carrocerías que parecen pensadas para los circuitos.

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Fernando Alonso durante su última temporada en Ferrari. Imagen con licencia Creative Commons

Mecánica, tecnología y pequeños detalles: la necesidad de simplificar al máximo las tareas mecánicas como el embragado y el cambio manual de marchas llevó a las marcas a desarrollar sofisticados sistemas automáticos, semi-automáticos o secuenciales. Ni que decir tiene que esta tecnología ha dado claramente el salto a la industria automovilística comercial y que los vehículos particulares participan también de esa tendencia a la automatización de los distintos procesos de la conducción. A todo ello cabe añadir pequeños detalles como la progresiva introducción de los materiales más innovadores, como la fibra de carbono (por ahora, en coches de gama alta). Los pequeños detalles son también evidentes con accesorios como el volante multifunción, que permite al conductor manejar una larga serie de comandos sin desplazar las manos. ¿Cuáles serán los próximos progresos?

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