La línea Phantom es una de las más longevas y laureadas de la historia de Rolls Royce. Hasta la fecha, se han producido seis generaciones distintas del modelo sin contar las numerosas versiones que cada una de ellas desarrolló. Desde su aparición en la década de 1920 hasta las unidades que salen hoy día de la planta de Goodwood, el Phantom está considerado uno de los coches más exclusivos del catálogo de la firma británica. Su utilización en todo tipo de actos protocolarios, como bodas reales, le ha conferido, además, una imagen aristocrática y profundamente elegante. Conozcamos un poco más de su historia.
Rolls Royce nace formalmente en 1906 aunque desde finales de la década de 1880 sus fundadores ya estaban tomando posiciones en el embrionario mercado automovilístico. En un primer momento, todos los esfuerzos de la marca se concentraron en el Silver Ghost, un modelo mítico y que permaneció durante casi dos décadas como la única línea de la compañía. En 1925, los esfuerzos por conseguir un sustituto a la altura de lo que había supuesto el Ghost se tradujeron en el sobrio Phantom I. Bautizado originariamente como Nuevo Phantom, el vehículo se fabricó en las factorías de Derby (Reino Unido) y Springfield (Estados Unidos), lo que implicó que hubiera importantes diferencias entre los coches de uno y otro lado del Atlántico.
El Phantom I gozó de mayor éxito en el mercado europeo, por entonces mucho más elitista que el americano. Así, se comercializaron en torno a 2.300 unidades en el Viejo Continente, casi el doble de las que se produjeron en territorio estadounidense. En 1929, la casa reconoció ciertos defectos en su primer modelo y se apresuró a presentar el Phantom II, que a la postre marcaría el fin de los Rolls Royce de 40/50 hp. Se mantenían los seis cilindros en línea pero se corregían los problemas de corrosión apreciados en la primera versión. También se consiguió una mayor fluidez en el cambio de marchas, un verdadero adelanto para la época. La compañía mantuvo su política de encargar cada carrocería a un artesano.
El Phantom III puede considerarse un claro caso de éxito abortado por circunstancias externas. Presentada en 1936, la criatura incorporaba un espectacular motor V12 con un sistema de sincronización en tres de sus cuatro marchas (todas salvo la primera), superando los 140 km/h. Si a ello le añadimos un diseño exterior más compacto, teníamos todos los mimbres para alumbrar un vehículo con afán de perdurar. El estallido de la Segunda Guerra Mundial trastocó los planes de la firma y el Phantom III dejó de fabricarse apenas tres años después de su nacimiento, por lo que solamente se alumbraron algo más de 700 unidades (que hoy son codiciados objetos de deseo). En 1950, el Phantom IV marcaría otro hito en la historia de Rolls Royce por la inaudita decisión de la compañía de crear un coche únicamente para jefes de Estado. Con semejantes restricciones, no es de extrañar que solo se fabricaran 18 unidades en seis años.
En 1959, Rolls Royce es ya una marca vinculada con el lujo y por ello mantiene su política de limitar el número de unidades producidas aunque sin llegar al extremo del Phantom IV. El Phantom V volvió a ser un coche para la élite (el mariscal Tito de Yugoslavia, el Sha de Irán o nuevamente la reina Isabel II de Inglaterra), lo mismo que el Phantom VI. Conjuntamente, ambas generaciones, que estuvieron en producción entre 1959 y 1990, nos dejaron menos de 900 ejemplares. Los problemas financieros que atravesó Rolls Royce en los noventa estuvieron a punto de dar al traste con esta línea (y con el resto de la marca, para ser exactos) pero la superación de la crisis evitó males mayores. En Automóviles Argüelles contamos con un imponente ejemplo de las últimas versiones disponibles del Rolls Royce Phantom, un coche de altos vuelos.